Short Story

Una presentación de "Pocilga Producciones"...

"Está buena porque la posteé en nuestro (poco) concurrido Blog" - Robertou The Writer.

"Tiene menos sentido que una película de Quentin Tarantino" - Times Magazine.

"No entendí..." - J.K. Prowlings.

"Una obra auténtica, repleta de verdadero talento- No, disculpen, esa era para Eragon" - The New York Times.


RELATO DE UNA SENSACIÓN

Estando despierto, en medio de la noche, esperando que algo sucediera; resistiendo a dormir, a caer en la tentación de poder ser atrapado. Vulnerable, débil..., pero dispuesto a luchar ante cualquier situación que se me presente.
No me sentía suficientemente fuerte, pero aún así, dudando de mi estabilidad en este mundo, permanecía allí. El suelo húmedo, frío, intenso… Las paredes se cerraban a mí alrededor, una pequeña ventana, con barras gruesas y metálicas, impenetrables, sólidas; que dejaba filtrar la luz de la luna, que yacía en el cielo, aguardando el momento perfecto para apagarse y dejarme en plena oscuridad. Lentamente el techo se hacía más bajo o más alto, amenazándome, tratando de aterrarme. No iba a lograrlo, lo sabía… Sin embargo, estando en esa situación me sentía feliz; conocía aquél lugar, era mi hogar, el que nunca tuve en verdad. El hogar que jamás tendré…
“¿Qué si me agrada vivir aquí?”, es la pregunta que me hago cuando nadie puede oírme. Todos replican, sollozan y gritan, pero ¿por qué?, acaso hay una razón…
Búscame, llámame, estaré esperando…” todos dicen eso, y yo río, como si algo pudiera cambiar… No entienden que vivimos aquí y así, acechados, torturados; y que nadie, ni nada, va a liberarnos, a salvarnos. Ya es habitual, cada vez que ellos vienen, terror, oscuridad, todo queda en nada. Nos golpean, nos martirizan, nos obligan a decir cosas que son nuestras. Ya no es así conmigo, he aprendido a sobrevivir aquí… Puedo cerrar mi mente a ellos, puedo hacer que ellos no me saquen nada; que me dejen en paz.
La luna está bajando, sigo despierto, creo; un problema, aún no poder controlar el sueño. Mi único error: sangrar. Eso les llama mucho la atención, no dejes que te vean otra vez…, cuídate, protégete de su terrorismo… “Ja, ja, ja”, me río de su debilidad, de su falta de vida. Ellos son vulnerables a los que se protegen de ser descubiertos, como yo… Se burlan: “¿Acaso falta algo…, acaso alguien los extraña?”…
En verdad nadie puede salvarse... No, estamos destinados a quedarnos aquí, ellos lo dicen, ellos lo ordenan, hasta que no digamos eso que quieren oír, no van a parar… Recuerdo que una vez vi como era el mundo exterior, brillante. Yo era pequeño, no recuerdo mucho. Si tan sólo pudiera escapar, si tan sólo encontrara la forma de distraerlos, de hacer que se marchen…
Conozco a uno solo. Es uno de ellos…, pero no es malvado, me trae alimentos, me mantiene vivo mientras el mundo a mí alrededor se destruye, mientras se me acaba el aire… Mientras deseo no vivir más. Es un infierno vivir aquí a veces, pero él hace que aquel día se vea mejor cuando amanece y trae los víveres.
Tengo una vaga idea de cuánto tiempo llevo aquí, cuando aún tenía una familia me trajeron… No sé que fue de ella; quizá esté muerta… Quizá sólo piensa que yo estoy muerto, eso ya es diferente.
Cuando era más pequeño y débil, recuerdo haber pedido al “hombre de la comida”, como suelo llamarlo, que me sacara de allí. Lo único que hizo fue mostrar una amplia sonrisa, negar con la cabeza y marcharse… Esa fue la única vez que lo vi sonreír.
“Bien, estas cosas en mis muñecas y tobillos ya me están hartando”, siempre decía lo mismo, y nunca hacían nada, claro, si a ellos no les importa como me sienta, o si sufro; les importa conseguir lo que quieren, pero no lo van a lograr, no de mí.
“¡¡CÁLLENSE!!”. Ya no soporto más aquellas voces que sufren, gritan, suplican piedad. “¿Qué tan débiles son?”; no pueden simplemente mantener silencio, “¡sangren pero no me perturben! ¡Yo soy feliz así, no necesito que vengan a hacerme acordar lo doloroso que es!”, pero por más que me tape los oídos, que les grite; no callan, lloran, y se ponen aún más histéricos. Lo único que los tranquiliza, es una canción que cantaba mi madre, que no sé cómo aún la recuerdo. Cuando ellos la encontraron en mi memoria, recuerdo que reían, y se descostillaban… Me dio ganas de golpearlos tanto. De lanzar puñetazos al aire. Mis piernas volaban, las lágrimas se escurrían rápidamente por mis mejillas, haciendo que mi vista se nublara y no pudiera ver nada. Mi madre era tan bella, su sonrisa podía hacer que cualquiera cambiara de ánimo en un segundo.

The End.


Declaro bajo juramento que no tengo ningún problema psicológico.
(Suerte que el examen para el CBC no es obligatorio. Me internaban seguro)

xoxo

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