Así conocimos a Jonathan Jacob Walker. Era un tipo estupendo realmente, había tocado en otras bandas, pero no habían salido del todo bien. Nos llevamos de maravillas en sólo un rato. Y no nos tomó mucho tiempo preguntarle si quería ser el bajista permanente de la banda. Claro, él tampoco lo pensó dos veces. Era un estupendo bajista, podía tocar las canciones que nosotros mismos habíamos escrito. Eso hizo que Spencer, Ryan, y yo nos sintiéramos un poco fracasados; ya que creíamos que nuestras partituras de bajo sí eran muy difíciles para tocar. Pero al llegar Jon (como le decíamos) descubrimos que eran imposibles de tocar sólo para Brent.
Hablando de Brent, no volvimos a hablar con él. No como amigos al menos. Si nos cruzábamos por la calle nos saludábamos, y nos preguntábamos qué tal nuestras cosas, pero nada demasiado afectuoso. Su separación de la banda había dejado daños permanentes. A veces me entristecía la idea de no volver a ser amigo de Brent jamás. Nunca como lo habíamos sido en ese entonces. Con él había compartido los días más difíciles y estupendos de mi secundaria, y todos esos recuerdos quedarían en lo más profundo de nuestras memorias por culpa de su falta de esfuerzo. O el exceso de esfuerzo nuestro.
Otras veces sentía que era culpa mía. Por no compadecerme de él y escribir las partituras simples directamente para el álbum. Una vez le conté eso a Jon, pero él me dijo que no me culpara, después de todo, yo no podía controlar los deseos de Brent de estar en la banda. También dijo que tal vez él no quería estar ahí de verdad, y por eso le perdió las ganas a seguir practicando.
Aún así yo sabía que no era de esa manera. Sabía que Brent había desistido porque, aunque él no tocara tal cual las originales, seguíamos teniendo fans. Él definitivamente se había rendido.
En Mayo de 2006, Jon se unió oficialmente a la banda. Dos meses y algunos días después estaríamos dando un concierto en Denver (Colorado), para filmar nuestro primer DVD. Esos dos meses fueron los más duros. Por muchas razones. Entre ellas, la más importante de todas fue el fallecimiento del padre de Ryan.
No deseo hablar mucho de este asunto, porque no es algo de lo que deba hablarse así como así. Por eso, lo único que voy a decir es que estábamos todos muy doloridos. Al pasar tanto tiempo juntos, éramos ya como hermanos; y nuestras familias eran las familias de todos. Creo que lo único positivo que pudo rescatarse de se suceso fue que Ryan y su padre habían logrado reconciliarse un tiempo antes, por lo que ninguno de los dos se quedó con angustias sin decir. Si no conociera a Ryan como lo conozco, diría que se lo tomó muy a la ligera. Nada que ver.
El show en Denver fue estupendo. Uno de los mejores momentos fue el interludio, definitivamente. La gente del Lucent Dossier Vaudeville Cirque nos presentó diciendo nuestros nombres y algunos intereses de los que se supone, nadie sabe. Llevamos de gira con nosotros a tres de sus integrantes: Katie Kay, Erin “Dusty” Maxick, y Rojer. Rojer era el presentador, y las chicas actuaban durante las canciones. Era un espectáculo muy divertido. Decían cosas como a Jon le gustaba cocinar, que Eric era el hombre más sexy del tour, y hasta que yo era virgen. No voy a hablar con ustedes del tema, olvídenlo.
Creo que jamás les presenté a Eric. Eric Ronick es un personaje que apareció en nuestras vidas para la primera gira. No puedo creer que lo haya pasado por alto. Rick (como le decíamos) era nuestro pianista de apoyo. Además tocaba el xilofón, y participaba con los coros; un tipo multifacético. Una gran persona por sobre todo, ayudaba a Dan y a Zack a mantener el orden. Era como el tío pato. Lo sigue siendo por supuesto. Varias veces se me ocurrió decirle que se una a la banda definitivamente, pero ahora está haciendo otros planes.
Otro integrante de gira era Bartram Nason: nuestro chelista. Lo definiría como alguien sofisticado. A veces me preguntaba cómo nos soportaba tanto tiempo seguido.
Otro momento interesante del show fue antes que empezara. Yo todavía no me había puesto mi camisa, Spencer estaba jugando con las baquetas (como siempre), Jon andaba de lo más tranquilo paseando de aquí para allá, pero habíamos perdido a Ryan. Zack se estaba poniendo muy nervioso, Dan lo estaba buscando por lugares donde sabía que no estaría, y Eric y Bertram habían desaparecido del mapa. Quiero decir, estaban atrás del “gran telón” ojeando a ver cuánta gente había asistido a vernos. Cuando Zack estuvo al borde de arrancarse el último pelo que le quedaba en la cabeza Jon dijo que Ryan estaba en el baño, vomitando. El pobre se había puesto nervioso, mucho. Si Haley se llegaba a enterar que había vomitado lo mataba. Por suerte nunca se lo dijimos.
Nuestra actuación como banda fue perfecta. Nunca canté mejor, y nunca sonamos tan bien. Spencer realmente estaba tocando con el alma, Ryan sonó a la perfección, y Jon tocó como si estuviese sólo respirando. Por supuesto, Bertram y Eric lo hicieron de maravilla, pero ellos eran profesionales.
Así que el cinturón de lucha se lo ganó Ryan. No era la primera vez. Pero para mí no tenía sentido, en parte porque nunca me lo había ganado. Zack tenía preferencia por los altos, yo lo sabía. El primero que ligó el cinturón fue Eric. Esa noche fue sensacional. Pero el día de la grabación del DVD el afortunado fue Ryan. Creo que el segundo en recibirlo fue Jon, porque hizo algún tipo de maniobra medio rara sobre el escenario en una oportunidad. No sé, no lo recuerdo bien.
Además de grabar el concierto, tuvimos una serie de entrevistas. Algunas detrás de escena, y otras en otros momentos. Pero básicamente respondimos las mismas preguntas una y otra vez.
Emily y Violet nos habían ido a ver. De suerte consiguieron entradas. Sigo sin poder creer cómo se acabaron tan de pronto. Quiero decir, el lugar no era de lo más enorme del mundo, pero era bastante grande, y nosotros nos sentíamos muy pequeños. Pero que el lugar haya estado lleno resultó de lo más gratificante.
Eran fines de Agosto, y nosotros no nos habíamos bajado de la gira, no todavía. Teníamos un concierto en esta semana en Las Vegas, por lo que estábamos en casa, momentáneamente.
-¡Hola, Brendon! – gritó Emily saltando a mi cuello en cuanto abrí la puerta.
-Hola, monstruo, ¿cómo estás? – pregunté alegre.
Últimamente me sentía muy estúpido estando al rededor de ella. Era tan feliz teniéndola cerca, que no le prestaba atención ni a lo que le decía.
-Bien. Contenta, pero triste… - me dijo borrando la sonrisa de su rostro.
-¿Por qué? – pregunté sorprendido. Ahora sí estaba con todas mis luces prendidas.
-Es que en cinco días comienzo la Universidad – me dijo torciendo la boca en una mueca de tristeza exagerada.
-¿Y por qué eso te pone triste? – inquirí mientras nos sentábamos en el sillón.
-¿Acaso alguien notó que yo también entré por esa puerta? – dijo la voz de Violet sentándose a mi lado.
-¡Hola, V! – exclamé dándome vuelta y abrazándola. De verdad no había notado que había venido. ¿Qué les sorprende? Saben que soy medio tonto cuando Emily está a mi alrededor. No quiero comentarios extra.
-Hola, Urie… - contestó ella retirándose el pelo de la cara.
-Me pone triste porque no te veré en dos años… - me dijo.
Mi mundo se derrumbó. Bueno, no todo mi mundo, pero al menos la parte de mi mundo que vivía de ella. ¿Dos años sin verla? Eso era demasiado.
-Pero… ¿Cómo dos años? ¿No podré ir a visitarte? – pregunté, ya estaba preocupado.
-Como poder, podrías. Pero ya escuchaste a Pete, él quiere que terminen la gira y se internen en el estudio – dijo resignada. – No tendrás tiempo para nadie… -
Podría hacerme tiempo para tí, pensé. Pero no lo dije. En ese momento no quería quedar como un imbécil.
Quise decir algo, pero todo lo que salió de mí fue un gran suspiro resignado.
-¿Y a dónde irás a estudiar? – pregunté luego de un rato.
-New York, fotografía – contestó ella, dibujando una leve sonrisa en su rostro.
-Claro… La gran manzana… - agregué, estúpidamente - ¿Y tú, V? ¿Qué vas a estudiar? –
-Medicina, tengo una beca completa para estudiar en Oxford – contestó inflando el pecho de puro orgullo.
-¿Oxford? – pregunté, demasiado sorprendido esta vez - ¿No queda eso en Inglaterra? –
-Entonces aprobaste geografía – dijo Violet por lo bajo – Sí, allí queda. Me gané la beca, es una de las universidades más prestigiosas de todo Reino Unido –
-Ñoña… - susurramos Emily y yo a la vez.
Seguimos hablando los tres durante un buen rato, hasta que Violet tuvo que irse. Entonces Emily decidió que era mejor que ella se marche también.
Estábamos en la puerta el edificio nosotros dos solos. Violet había salido disparada, tenía un avión que alcanzar hoy a la noche. Extrañaría a esa mujer.
-Dos años, eh… ¿Crees que nos encontremos después de eso? – preguntó Emily mirándose los pies y poniendo sus manos en sus bolsillos.
-¿Bromeas? ¡No te dejaré ir jamás! – okay, eso se me escapó. Pude sentir la sangre fluyendo hacia mi cara, fue horrible.
Ella sólo sonrió. En ese momento agradecí a todos los dioses que no estuviese viendo mi cara. No creo que hubiese podido soportar esos ojos verde transparentes mirando el error en mis ojos.
-¿Cuando te mudas para New York? – pregunté en un intento de deshacerme del momento incómodo.
-Mañana por la tarde – contestó, ahora sí mirándome. Por suerte, yo ya estaba como una persona normal. Quiero decir, no tenía los cachetes colorados cual muñequita de porcelana.
-Tendrás tiempo para mandarme mensajes, ¿no? – pregunté bromeando.
Emily frunció la nariz y volvió a bajar la cabeza. Eso significaba sólo una cosa.
-Hey… Emily, no llores. Claro que nos seguiremos viendo – dije para animarla.
-Es que… De verdad… Yo… No quiero… No quiero perderte… - dijo mientras las lágrimas recorrían su rostro pecoso.
-No vas a perderme, muchacha – le dije bajando el tono de voz casi a un susurro, ya que me había acercado a ella a tal distancia, que de esa manera me oía a la perfección.
Hizo un mohín entre el llanto. Rodeé su cintura con un brazo mientras apoyaba la otra mano debajo de su mentón para alzarle el rostro.
-Nada, ni nadie va a impedir que nos sigamos viendo, ¿de acuerdo? – le dije – Jamás lo permitiría –
Estábamos muy cerca, nos estábamos mirando a los ojos. Podía escuchar los latidos de su corazón y sentir su respiración entrecortada en mi rostro. Me acerqué un poco más. Cerré los ojos, suspiré, y pasé ambos brazos por encima de sus hombros para abrazarla lo más fuerte que podía.
Sé que arruiné el momento perfecto. Era mi momento. Pero en esa milésima de segundo que sucedió todo, pensé en lo mucho que ella me extrañaba siendo sólo amigos. Si yo la besaba no sabía que podría ocurrir. Aunque se me habían ocurrido dos opciones: a (dos puntos), ella se daría cuenta que estaba enamorada de mí, y se pondría aún más triste al tener que abandonarme por los estudios. Yo sabía que esa era una fantasía imposible de realizar. Y b (dos puntos), ella se confundiría, y optaría por no quererme más de ninguna manera, y dejarme en el olvido. Así jamás la vería. No, gracias.
Luego de un ratito me abrazó también, y hundió su rostro en mi pecho.
Así nos quedamos por un largo rato. Sólo abrazándonos, sin decir nada.
Ese fue nuestro adiós.
Hablando de Brent, no volvimos a hablar con él. No como amigos al menos. Si nos cruzábamos por la calle nos saludábamos, y nos preguntábamos qué tal nuestras cosas, pero nada demasiado afectuoso. Su separación de la banda había dejado daños permanentes. A veces me entristecía la idea de no volver a ser amigo de Brent jamás. Nunca como lo habíamos sido en ese entonces. Con él había compartido los días más difíciles y estupendos de mi secundaria, y todos esos recuerdos quedarían en lo más profundo de nuestras memorias por culpa de su falta de esfuerzo. O el exceso de esfuerzo nuestro.
Otras veces sentía que era culpa mía. Por no compadecerme de él y escribir las partituras simples directamente para el álbum. Una vez le conté eso a Jon, pero él me dijo que no me culpara, después de todo, yo no podía controlar los deseos de Brent de estar en la banda. También dijo que tal vez él no quería estar ahí de verdad, y por eso le perdió las ganas a seguir practicando.
Aún así yo sabía que no era de esa manera. Sabía que Brent había desistido porque, aunque él no tocara tal cual las originales, seguíamos teniendo fans. Él definitivamente se había rendido.
En Mayo de 2006, Jon se unió oficialmente a la banda. Dos meses y algunos días después estaríamos dando un concierto en Denver (Colorado), para filmar nuestro primer DVD. Esos dos meses fueron los más duros. Por muchas razones. Entre ellas, la más importante de todas fue el fallecimiento del padre de Ryan.
No deseo hablar mucho de este asunto, porque no es algo de lo que deba hablarse así como así. Por eso, lo único que voy a decir es que estábamos todos muy doloridos. Al pasar tanto tiempo juntos, éramos ya como hermanos; y nuestras familias eran las familias de todos. Creo que lo único positivo que pudo rescatarse de se suceso fue que Ryan y su padre habían logrado reconciliarse un tiempo antes, por lo que ninguno de los dos se quedó con angustias sin decir. Si no conociera a Ryan como lo conozco, diría que se lo tomó muy a la ligera. Nada que ver.
El show en Denver fue estupendo. Uno de los mejores momentos fue el interludio, definitivamente. La gente del Lucent Dossier Vaudeville Cirque nos presentó diciendo nuestros nombres y algunos intereses de los que se supone, nadie sabe. Llevamos de gira con nosotros a tres de sus integrantes: Katie Kay, Erin “Dusty” Maxick, y Rojer. Rojer era el presentador, y las chicas actuaban durante las canciones. Era un espectáculo muy divertido. Decían cosas como a Jon le gustaba cocinar, que Eric era el hombre más sexy del tour, y hasta que yo era virgen. No voy a hablar con ustedes del tema, olvídenlo.
Creo que jamás les presenté a Eric. Eric Ronick es un personaje que apareció en nuestras vidas para la primera gira. No puedo creer que lo haya pasado por alto. Rick (como le decíamos) era nuestro pianista de apoyo. Además tocaba el xilofón, y participaba con los coros; un tipo multifacético. Una gran persona por sobre todo, ayudaba a Dan y a Zack a mantener el orden. Era como el tío pato. Lo sigue siendo por supuesto. Varias veces se me ocurrió decirle que se una a la banda definitivamente, pero ahora está haciendo otros planes.
Otro integrante de gira era Bartram Nason: nuestro chelista. Lo definiría como alguien sofisticado. A veces me preguntaba cómo nos soportaba tanto tiempo seguido.
Otro momento interesante del show fue antes que empezara. Yo todavía no me había puesto mi camisa, Spencer estaba jugando con las baquetas (como siempre), Jon andaba de lo más tranquilo paseando de aquí para allá, pero habíamos perdido a Ryan. Zack se estaba poniendo muy nervioso, Dan lo estaba buscando por lugares donde sabía que no estaría, y Eric y Bertram habían desaparecido del mapa. Quiero decir, estaban atrás del “gran telón” ojeando a ver cuánta gente había asistido a vernos. Cuando Zack estuvo al borde de arrancarse el último pelo que le quedaba en la cabeza Jon dijo que Ryan estaba en el baño, vomitando. El pobre se había puesto nervioso, mucho. Si Haley se llegaba a enterar que había vomitado lo mataba. Por suerte nunca se lo dijimos.
Nuestra actuación como banda fue perfecta. Nunca canté mejor, y nunca sonamos tan bien. Spencer realmente estaba tocando con el alma, Ryan sonó a la perfección, y Jon tocó como si estuviese sólo respirando. Por supuesto, Bertram y Eric lo hicieron de maravilla, pero ellos eran profesionales.
Así que el cinturón de lucha se lo ganó Ryan. No era la primera vez. Pero para mí no tenía sentido, en parte porque nunca me lo había ganado. Zack tenía preferencia por los altos, yo lo sabía. El primero que ligó el cinturón fue Eric. Esa noche fue sensacional. Pero el día de la grabación del DVD el afortunado fue Ryan. Creo que el segundo en recibirlo fue Jon, porque hizo algún tipo de maniobra medio rara sobre el escenario en una oportunidad. No sé, no lo recuerdo bien.
Además de grabar el concierto, tuvimos una serie de entrevistas. Algunas detrás de escena, y otras en otros momentos. Pero básicamente respondimos las mismas preguntas una y otra vez.
Emily y Violet nos habían ido a ver. De suerte consiguieron entradas. Sigo sin poder creer cómo se acabaron tan de pronto. Quiero decir, el lugar no era de lo más enorme del mundo, pero era bastante grande, y nosotros nos sentíamos muy pequeños. Pero que el lugar haya estado lleno resultó de lo más gratificante.
Eran fines de Agosto, y nosotros no nos habíamos bajado de la gira, no todavía. Teníamos un concierto en esta semana en Las Vegas, por lo que estábamos en casa, momentáneamente.
-¡Hola, Brendon! – gritó Emily saltando a mi cuello en cuanto abrí la puerta.
-Hola, monstruo, ¿cómo estás? – pregunté alegre.
Últimamente me sentía muy estúpido estando al rededor de ella. Era tan feliz teniéndola cerca, que no le prestaba atención ni a lo que le decía.
-Bien. Contenta, pero triste… - me dijo borrando la sonrisa de su rostro.
-¿Por qué? – pregunté sorprendido. Ahora sí estaba con todas mis luces prendidas.
-Es que en cinco días comienzo la Universidad – me dijo torciendo la boca en una mueca de tristeza exagerada.
-¿Y por qué eso te pone triste? – inquirí mientras nos sentábamos en el sillón.
-¿Acaso alguien notó que yo también entré por esa puerta? – dijo la voz de Violet sentándose a mi lado.
-¡Hola, V! – exclamé dándome vuelta y abrazándola. De verdad no había notado que había venido. ¿Qué les sorprende? Saben que soy medio tonto cuando Emily está a mi alrededor. No quiero comentarios extra.
-Hola, Urie… - contestó ella retirándose el pelo de la cara.
-Me pone triste porque no te veré en dos años… - me dijo.
Mi mundo se derrumbó. Bueno, no todo mi mundo, pero al menos la parte de mi mundo que vivía de ella. ¿Dos años sin verla? Eso era demasiado.
-Pero… ¿Cómo dos años? ¿No podré ir a visitarte? – pregunté, ya estaba preocupado.
-Como poder, podrías. Pero ya escuchaste a Pete, él quiere que terminen la gira y se internen en el estudio – dijo resignada. – No tendrás tiempo para nadie… -
Podría hacerme tiempo para tí, pensé. Pero no lo dije. En ese momento no quería quedar como un imbécil.
Quise decir algo, pero todo lo que salió de mí fue un gran suspiro resignado.
-¿Y a dónde irás a estudiar? – pregunté luego de un rato.
-New York, fotografía – contestó ella, dibujando una leve sonrisa en su rostro.
-Claro… La gran manzana… - agregué, estúpidamente - ¿Y tú, V? ¿Qué vas a estudiar? –
-Medicina, tengo una beca completa para estudiar en Oxford – contestó inflando el pecho de puro orgullo.
-¿Oxford? – pregunté, demasiado sorprendido esta vez - ¿No queda eso en Inglaterra? –
-Entonces aprobaste geografía – dijo Violet por lo bajo – Sí, allí queda. Me gané la beca, es una de las universidades más prestigiosas de todo Reino Unido –
-Ñoña… - susurramos Emily y yo a la vez.
Seguimos hablando los tres durante un buen rato, hasta que Violet tuvo que irse. Entonces Emily decidió que era mejor que ella se marche también.
Estábamos en la puerta el edificio nosotros dos solos. Violet había salido disparada, tenía un avión que alcanzar hoy a la noche. Extrañaría a esa mujer.
-Dos años, eh… ¿Crees que nos encontremos después de eso? – preguntó Emily mirándose los pies y poniendo sus manos en sus bolsillos.
-¿Bromeas? ¡No te dejaré ir jamás! – okay, eso se me escapó. Pude sentir la sangre fluyendo hacia mi cara, fue horrible.
Ella sólo sonrió. En ese momento agradecí a todos los dioses que no estuviese viendo mi cara. No creo que hubiese podido soportar esos ojos verde transparentes mirando el error en mis ojos.
-¿Cuando te mudas para New York? – pregunté en un intento de deshacerme del momento incómodo.
-Mañana por la tarde – contestó, ahora sí mirándome. Por suerte, yo ya estaba como una persona normal. Quiero decir, no tenía los cachetes colorados cual muñequita de porcelana.
-Tendrás tiempo para mandarme mensajes, ¿no? – pregunté bromeando.
Emily frunció la nariz y volvió a bajar la cabeza. Eso significaba sólo una cosa.
-Hey… Emily, no llores. Claro que nos seguiremos viendo – dije para animarla.
-Es que… De verdad… Yo… No quiero… No quiero perderte… - dijo mientras las lágrimas recorrían su rostro pecoso.
-No vas a perderme, muchacha – le dije bajando el tono de voz casi a un susurro, ya que me había acercado a ella a tal distancia, que de esa manera me oía a la perfección.
Hizo un mohín entre el llanto. Rodeé su cintura con un brazo mientras apoyaba la otra mano debajo de su mentón para alzarle el rostro.
-Nada, ni nadie va a impedir que nos sigamos viendo, ¿de acuerdo? – le dije – Jamás lo permitiría –
Estábamos muy cerca, nos estábamos mirando a los ojos. Podía escuchar los latidos de su corazón y sentir su respiración entrecortada en mi rostro. Me acerqué un poco más. Cerré los ojos, suspiré, y pasé ambos brazos por encima de sus hombros para abrazarla lo más fuerte que podía.
Sé que arruiné el momento perfecto. Era mi momento. Pero en esa milésima de segundo que sucedió todo, pensé en lo mucho que ella me extrañaba siendo sólo amigos. Si yo la besaba no sabía que podría ocurrir. Aunque se me habían ocurrido dos opciones: a (dos puntos), ella se daría cuenta que estaba enamorada de mí, y se pondría aún más triste al tener que abandonarme por los estudios. Yo sabía que esa era una fantasía imposible de realizar. Y b (dos puntos), ella se confundiría, y optaría por no quererme más de ninguna manera, y dejarme en el olvido. Así jamás la vería. No, gracias.
Luego de un ratito me abrazó también, y hundió su rostro en mi pecho.
Así nos quedamos por un largo rato. Sólo abrazándonos, sin decir nada.
Ese fue nuestro adiós.
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